Un solomillo de cerdo, tres o cuatro dientes de ajo, una pieza de lomo de cerdo, un pedazo de jengibre, una cebolla tierna, aceite, harina, un huevo, pan rallado (a ser posible, japonés).
Cortar el solomillo en rodajas de un centímetro de grosor. Golpear la carne con una maza para romper las fibras y ablandarla. Condimentar con sal, pimienta y el ajo majado y reservar.
Cortar el lomo en rodajas lo más finas posibles. Cortar el jengibre y la cebolla en bastoncitos muy finos (usar una mandolina). Poner un trocito de jengibre y otro de cebolla dentro de cada rodaja de lomo y enrollarla.
Parar el solomillo y los rollitos de lomo por harina y por el huevo batido. Rebozar con cuidado con el pan rallado. Freír en aceite muy caliente hasta que estén dorados. Retirar con palillos o espumadera y dejar escurrir sobre papel de cocina.
Servir caliente.
Mi profesora de cocina, Miho, nos dijo que había que usar aceite de girasol o de maíz, mucho menos fuertes que el de oliva, para que la carne quedara más suave. Yo uso muchas veces el de oliva tanto para esta receta como para el karaage sin problemas. Se puede servir con salsa de soja.
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