miércoles, 30 de enero de 2008

Estofado de ternera al vino tinto


Seguimos con los platos de frío, de cuchara, de siesta, de sobremesa larga y de michelines o "love handles", que me parece un nombre magnífico.

Leímos la receta en un libro, la probamos y ahora el plato es un clásico de casa. Está riquísimo y es muy fácil de preparar.

1 kilo de carne de ternera cortada en cubos, harina para rebozar, 300 gramos de beicon, 8-10 cebolletas cortadas a cuartos, 300 gramos de champiñones troceados, medio litro de vino tinto, medio vaso de tomate triturado, dos litros de caldo de ternera, medio kilo de patatas, 1 ramillete de hierbas.

Salpimentar la carne, rebozarla en la harina y freír en una cazuela a fuego vivo. Cuando la carne esté dorada, retirar de la cacerola y reservar. En la misma sartén, freír el beicon hasta que se dore, retirar y reservar junto con la carne. Freír entonces las cebolletas y los champiñones hasta que se doren. Retirar y reservar aparte.

Verter el vino tinto en la cazuela y remover bien con una cuchara de madera. Añadir el tomate triturado, el caldo y las hierbas. Introducir la carne y el beicon y llevar a ebullición. Dejar cocer a fuego lento durante una hora. Añadir entonces las cebolletas, los champiñones y las patatas troceadas.

Dejar cocer una hora más, hasta que la carne esté muy tierna. Servir en plato hondo, coger una cuchara y... buen provecho.

domingo, 20 de enero de 2008

La sopa de Zanzíbar



En septiembre tuve el placer de conocer a Nino, un tipo encantador, divertido y muy gracioso con el que apenas compartí una noche de fiesta, pero con el que hablé un montón de lo divino y lo humano, y especialmente, de comida. Cuando ambos nos dimos cuenta de que compartíamos pasión, empezamos a hablar de recetas, restaurantes y delicias culinarias, y Nino, que frecuenta Zanzíbar con asiduidad, me contó que existe una sopa que revive a los muertos y que en la isla se toma para desayunar. Eso sí, muy temprano, porque si uno tarda en llegar a la playa, se encuentra con los enormes bidones en los que la preparan completamente vacíos.

No pude resistirme y al cabo de unos días probé la sopa. La preparé en casa siguiendo meticulosamente las instrucciones de Nino, y la verdad es que resultó ser exquisita, y, de verdad, un elixir de salud que aviva y cura cualquier dolor o mal. Cada vez que ando resfriada, baja de moral o con cualquier otra dolencia, miro qué tengo en la nevera y organizo versiones de esta sopa, añadiendo, eso sí, las especias que le dan su sabor.

La copio totalmente de memoria. Nino me repitió la receta muchas veces para que no la olvidara y además me obsequió con unas fotos que incluyo aquí. Espero no equivocarme en nada ;-)

1 pollo pequeño, verduras de caldo (zanahorias, nabos, puerros, cebollas...), pimienta verde, ajo, jengibre fresco, comino, aceite de oliva, agua.

Nino me explicó que en Zanzíbar usan unos pollos pequeños y delgados, que una vez deshuesados apenas tienen 400 gramos de carne, así que podéis hacerlo con un pollo pequeño o con las partes del pollo que más os gusten.

Poner un par de litros de agua al fuego. Añadir el pollo troceado y las verduras en juliana. Dejar cocer entre media hora y una hora, hasta que el pollo esté bien cocido y el caldo haya adquirido un color opaco.

En un mortero, picar unos dientes de ajo con un puñado de sal. Añadir pimienta verde en grano, un trozo de jengibre y un puñado de comino. Picar hasta conseguir una pasta homogenea. Diluirla con un poco de aceite de oliva. Añadir la mitad de la pasta a la sopa y dejar cocer cinco o diez minutos.

Justo antes de servir, añadir la otra mitad de la pasta. Servir un bol de sopa con verduras y un trozo de pollo.

Nino me explicó que si queda bien, quedan unas gotitas de grasa en la superficie, mezcla de la grasa del pollo y el aceite de oliva, y que el color de la sopa debe ser un poco verdoso, por el jengibre y la pimienta verde.

Yo, personalmente, deshueso el pollo antes de servirlo y me lo pongo en cómodos pedazos del tamaño de un bocado, porque me gusta tomar la sopa sin interrupciones.

El aceite de oliva es una feliz incorporación de Nino a la receta tradicional. Tras probar la sopa con y sin aceite de oliva, solo puedo recomendar su uso. Además, el olor que queda en el mortero es una delicia.

Como veréis en las fotos de Nino, en Zanzíbar se hacen dos versiones de la sopa: de pollo y de pulpo. No he probado la versión con pulpo y no sé si se prepara igual que la de pollo, pero se lo preguntaré en cuanto vuelva a hablar con él (que espero sea pronto ;-))